Cíclido enano de Ramírez (Mikrogeophagus ramirezi) en su hábitat natural
Después de muchos años de investigación y exploración de los cuerpos de agua dulce en Venezuela, yo me he topado con una gran cantidad de cíclidos; algunos siendo muy extraños en la acuariofilia como los Laetacara fulvipinnis y otros muy comunes como los Heros severus y los Mikrogeophagus ramirezi los cuales tiene varios nombres comunes como cíclidos mariposa, ramirensis, y en ingles “ram”.
El hábitat de los cíclidos mariposa varía mucho debido a su extensa distribución. En algunas áreas inundadas los puedes ver migrando de a millones, en este artículo escribiré sobre un lugar muy especial en un morichal que he explorado repetidamente año tras año. Lo que hace a este sitio tan especial es que alberga un grupo entre 6 y 10 ramirezis de gran tamaño en un área de 15 metros cuadrados. Esto no significa que no haya ramirezis unos kilómetros rio abajo o río arriba, pero nunca he visto ninguno de buen tamaño a 200 metros rio abajo o arriba de este sitio. Es asombroso ir para ese sitio una o dos veces al año en la temporada de lluvia y la de sequía durante varios años y aun encontrar este grupo de individuos en el mismo lugar. Los cíclidos mariposa probablemente no viven más de un año y un poco más, así que este debe ser un lugar permanente, especial para adultos de esta especie.
Empezaré mi historia en mis últimos dos días de una expedición de 17 días por el territorio venezolano. Me despierto a las 6 de la mañana en un pequeño pueblo llamado El Temblador, el cual hace referencia a la anguila eléctrica que se haya en Venezuela y se le denomina con este nombre, manejo dos horas norte hasta mi locación especial cerca del delta del rio Orinoco y las cosas lucen fantásticas. El sol está brillando y el cielo despejado. Esto es excelente para la fotografía bajo el agua. En esta área suele llover todos los días durante la época lluviosa, y si no llueve, por lo menos hay nubes grises todo el día, achicando las posibilidades de una buena fotografía. Desde la autovía me desvío a una pequeña ruta muy deteriorada que se transforma en un pequeño camino de tierra que me lleva a una vía en peores condiciones (si es que le puedes llamar vía cuando tienes que poner la doble tracción para seguir manejando).
Conduzco tan cerca como puedo hasta el río, estaciono la camioneta y como usualmente hago me pongo un poco de repelente por toda mi ropa y tengo un buen desayuno sentado en el portón, que consiste en una lata de atún acompañada de galletas de soda. Para acompañar este platillo gourmet que he tenido por los últimos 14 días seguidos, tengo un vaso de soda batida y caliente. En este momento en realidad estoy pensando en un filete de carne a la parrilla con una montaña de puré de patatas. Una vez terminada tal delicatez, pongo todo mi equipo junto y me cambio a mi traje isotérmico, me pongo otro poco de repelente y comienzo mi caminata de 200 metros hasta mi lugar secreto.
La tarea de caminar 200 metros puede sonar fácil, pero con mi equipaje que consiste de una maleta de plástico aprueba de agua y 10 kilos que incluye la cámara fotográfica y la de video con todos sus accesorios subacuáticos, medidor de pH, termómetro, etc, no es tan sencillo. La otra cosa que cargo es el equipo de esnórquel en un bolso que tiene la máscara, el tubo y las chapaleas además de algunas cosas sueltas como bocadillos y alguna bebida, También suelo cargar una correa de plomo de 7 kilos, pero esta vez decido que es mejor llevarla puesta que cargarla.
El trayecto con todo el peso encima se me alarga justo a la mitad del camino al tener que cruzar un alambre de púas. Esta cerca tiene 5 filamentos de alambre de púas a intervalos de 30 centímetros del suelo. Como yo estoy solo paso la maleta con los artefactos delicados por debajo de la cerca y lanzo el bolso con el esóorquel para el otro lado por encima de esta. Decidir cómo cursaré al otro lado es un dilema. Los alambres están muy pegados el uno con el otro para pasar por el medio así que o intento pasarle por encima o simplemente me deslizo en la tierra por debajo de ella.
Decido ir por arriba pensando que balancearme por un una cerca de alambre de metro y medio es más fácil que arrastrarme bajo ella llenándome de insectos y pequeñas espinas. Mientras me balanceo me empiezo a reír, pensando en lo que una persona local pensaría al ver alguien en la jungla, en el medio de la nada en un traje isotérmico trepando un alambrado. Una vez que llego al otro lado todavía tengo 100 metros por adelante. Como tengo mi vestimenta isotérmica, bajo un una luz tropical directa con 33 grados Celsius, sudo profusamente y ahora deseo que una nube pase y que empiece a llover. Otra vez me aplico repelente, mi traje es de un diseño manga corta y piernas cortas así que toda la actividad y sudor han acabado con los efectos de mi repelente.
Finalmente llego al sitio de los Mikrogeophagus ramirezi, yo lanzo mis cosas al banco del río y me zambullo a lo hondo del río para enfriarme. Me siento allí y recuerdo que tendré que pasar por la misma odisea de regreso en un par de horas, lo cual me enoja pero el agua fría calma mis sentimientos.
Después de cinco minutos, salgo del agua y empiezo a buscar a los ramirezis desde el banco del río. Mi sitio no tiene árboles y no tiene sombra. Estos peces generalmente son encontrados en aguas no más profundas de 60 centímetros.
Intentar encontrarlos desde afuera tiene muchas ventajas. Primero es más fácil verlos desde fuera del agua porque las plantas acuáticas dentro del agua no te dejan verlos. Segundo, desde afuera los peces se asustan menos y no se alejan tanto como al caminar por el agua. Tercero, caminando por afuera dejas su hábitat intacto sin hacerle daño a las plantas y además no remueves el agua. Cuarto, si ves el pez puedes tomarles fotos desde afuera a su hábitat prístino y lo más importante de todo, puedes observar su comportamiento. Yo he descubierto que si te tomas el tiempo para ver este pez desde afuera antes de sumergirte al agua, siempre obtendrás mejores fotos o videos.
Para mi es importante contar cuantos especímenes hay ¿Se están reproduciendo o ya tienen alevines? ¿Si paso mi mano por el agua se asustarán? ¿A dónde van ellos a esconderse? ¿Cuánto tiempo tardan ellos en salir de sus escondites? ¿Qué tan fuerte es la corriente del agua? ¿Dónde me colocaré en el agua para tomar las fotos? También mido el pH y la temperatura en estos momentos. Los parámetros del agua son; pH 6.2, y la temperatura en lo poco profundo, 30 centímetros de hondo, donde los ramirezis viven la lectura es 82.4 F.
Me encuentro con 6 ramirezis adultos, sus brillantes colores pueden ser vistos desde afuera hasta a dos metros de distancia bajo agua de 30 centímetros de profundidad. Veo que hay muchas plantas acuáticas que hacen la corriente menos intensa y también hay áreas abiertas, a las que ellos salen de vez en cuando a comer. Decido que aquel lugar de 60 centímetros cuadrados es el único sitio en el que poder fotografiarles. En este momento mi cabeza está hirviendo a causa del sol, tanto que parece que podría cocinar un filete sobre ella, otra vez deseo poder comer un filete acompañado de puré de patatas. Rápidamente tomo las fotos externas del hábitat, hundo un palo de 10 centímetros dentro de la orilla del río cerca del sitio de los ramirezi, acomodo mi cámara subacuática, tomo un sorbo de la soda caliente, me coloco la máscara y me dirijo al agua a 14 metros abajo del lugar con los ramirezis, en la parte honda del río.
Lentamente me arrastro río arriba en contra de la corriente, siguiendo el palo que he colocado en la orilla como punto de referencia. Digo arrastrando envés de nadando porque llevo puesta mi correa de plomo, que pesa 7 kilos, en mi cintura, en aguas de 60 centímetros de profundidad. La correa me permite evitar que la corriente no me arrastre. Mientras me acerco a la área de 30 centímetros de profundidad, la cantidad de vegetación acuática me hacen imposible ver 5 centímetros delante de mi mascara. La única manera de orientarme es sacando mi cabeza del agua y buscando la rama que he colocado. Mientras el agua se vuelve menos honda y posee más vegetación la corriente va cesando. A medida que el agua es más lenta bota toda la materia orgánica que esta carga, ya que en esta área ya no tiene fuerza suficiente para seguir arrastrándola. Esta falta de corriente y la arena de sílice, que es el sustrato del río crean algo que puedes llamar arena movediza orgánica. Cada vez que me arrastro más a la orilla me hundo más en la suave combinación de limo, palitos, hojas y arena. Esta mezcla es de unos 10 a 13 centímetros de profundidad, debajo de ella está la firme arena de sílice.
Pronto yo logro llegar al claro donde he colocado la rama y no veo ningún cíclido mariposa. Espero pacientemente para ver si salen para alimentarse de sobre esta mezcla de arena. Aún no han pasado los 10 minutos, cuando estos ya parecen haberse acostumbrado a mi presencia y salen al claro a alistarse como si yo no estuviera allí. En este momento me doy cuenta de que tengo un par de problemas. Ahora que estoy en agua de solo 30 centímetros de profundidad los mosquitos se están empezando a dar un festín de mi espalda la cual sobresale del agua. Muevo mi espalda de un lado a otro para asustar a los mosquitos, lo cual de repente hace que toda la materia orgánica empieza a dispersarse por toda el agua, haciendo la fotografía imposible. Yo intento concentrarme e intentar desconectarme mentalmente con poco éxito. Mi otro problema es que estoy acostado contra la suave corriente y todo lo que veo es la parte trasera de los ramirezis. Como ellos siempre están nadando en contra de la corriente, hay muy pocos momentos en los que se ponen en un buen ángulo para sacarles una buena foto. Como resultado tengo que esperar un buen rato para que ellos “posen” correctamente y con esperanzas estar suficientemente concentrado para presionar el botón en el momento exacto para concretar la foto.
Mientras el tiempo pasa mirando a los cíclidos mariposa bajo el agua, espontáneamente todo cae en su lugar y me olvido de todo. Solamente puedo describir este sentimiento como el relajo total. Todos mis pensamientos desaparecen y me siento como que se supone que debo estar allí, viviendo con los ramirezis, como si fuera uno de ellos.
Los ramirezis en su hábitat natural pasan el 90% de su tiempo alimentándose y el resto es o mostrarle sus aletas abiertas a otros ramirezis o espantando otros peces que invaden su espacio de alimentación. Mientras ellos comen, toman bocanadas de arena y la empiezan a “masticar”. Poco después ellos escupen esta mezcla y se tragan lo que sea que encuentren comestible de esta, mientras mueven y botan el resto de los residuos por su opérculo. En este proceso ellos levantan pequeñas nubes de limo. Cuando cuatro cíclidos mariposa estaban comiendo simultáneamente era imposible fotografiarles porque hacían el agua muy turbia para obtener buenas fotos.
Después de más de 346 fotos tomadas decido que tengo fotos lo suficientemente buenas y apago la cámara y la coloco entre las plantas acuáticas. Veo a los ramirezis y me olvido del “trabajo” y simplemente los observo como son en su hábitat salvaje.
Luego de un largo rato me salgo del agua, cojo mi videocámara y hago el mismo proceso de acercamiento y grabo algunos videos. En ese momento, los ramirezis ya no están asustados por mi presencia, lo que hace el proceso de filmación más rápido. Antes de que sea muy tarde me salgo del agua y empiezo mi travesía a la camioneta. Esta vez en mi traje isotérmico y totalmente relajado, el viaje de 200 metros de vuelta se siente como el paraíso.
Tengo un almuerzo tardío en el portón. Esta vez mi almuerzo consiste de atún enlatado y galletas de soda ¡Un buen descanso de tanto atún y galletas de soda! La soda que coloqué en el agua ahora está a 29 grados Celsius ¡Más fría que la temperatura del aire!
Manejo por dos horas y llego a la ciudad de Maturín en la cual me reúno con un buen amigo canadiense que hace mantenimiento a plataformas petrolíferas en el área. El me ofrece estadio en la casa que ha rentado para él y sus trabajadores. Tenemos un buen filete para la cena acompañado con un montón de patatas y volvemos a la casa, ahora ya son las 8 de la noche.
Una vez en la casa el me muestra el cuarto donde dormiré en el segundo piso. Desempacando ropa limpia escucho un sonido extraño en el piso de abajo. Mientras voy bajando escucho a unos trabajadores pedirle a mi amigo que los coloque en un hotel. Cuando pregunto por qué ellos me responden que la casa esta embrujada y que no han podido tener buen sueño en mucho tiempo. Ellos me cuentan que cada dos noches ven al fantasma o espectro de una pequeña niña caminando alrededor de sus camas o en la cocina mientras se preparan algo para comer.
Al pasar de unos momentos de argumentación, mi amigo se lleva algunos a un hotel cercano. Los más valientes se quedan en la casa diciendo que ellos han visto a esta chica, pero que no les importa. Yo me quede en la casa con mi cámara en mano por si acaso la veía, pero después de intentar dormir con un ojo abierto perdí el control y dormí hasta el día siguiente. Temprano en la mañana, sin fotos de fantasmas pero con un montón de fotos de ramirezis, maneje 12 horas de vuelta a mi casa.
– Gracias a Felix Simonovis por traducir el artículo.